A finales de 2015, los Estados Miembros de la ONU redactaron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) cuyo plazo expira en el año 2030 y se ha denominado “Agenda 2030”. Muchas de las tendencias mundiales que impulsan la Agenda 2030 dependen del cobre, por sus propiedades únicas para la mitigación y adaptación al cambio climático, como son la eficiencia energética y seguridad energética, la calidad del agua, energía renovable, acceso a la energía, salud pública, entre otros.